30 septiembre, 2009

El Saxofón de Notas Solitarias

El Saxofón de Notas Solitarias




Son las 12:30 del meridiano y para la gran mayoría de los habitantes de esta gran Metrópoli esto es sinónimo de descanso laboral y/o actividades diarias, además del ya acostumbrado almuerzo, el cual se acompaña de televisión (noticias), y mientras muchas personas se indigestan con una dosis de amargas y sensacionalistas además de miopes noticias, en algún lugar de esta Urbe un hombre se dispone a dispararle a un grupo de indefensas personas, en el modesto Restaurante de siempre, una ráfaga de espectaculares notas musicales con su Saxofón, compañero de mil batallas que a pesar de no estar en las mejores condiciones sigue sonando sus finos compases como el primer día cuando de la manera más insólita la boca de su único e inseparable intérprete poso sus labios en la boquilla de ebonita para fundirse el uno al otro y adentrarse en las maravillas ocultas del pentagrama.


Todo se remonta al año nuevo de 1985, exactamente el 2 de enero, en la madrugada de un día frío y tormentoso, que comenzaba con una resaca tenaz tras haber bebido 5 días seguidos por las festividades, Juan Carlos un indigente que dormía en las calles de Medellín desde hacía un mes, arrancaba así su día.


Juan que había sido echado de la casa de sus padres por su adicción a la marihuana y por ser – según sus padres – una mala influencia para sus hermanos menores, vivía de la misericordia de los transeúntes que lo veían inerme y anclado en su mundo de drogas, algunos le regalaban dinero que no tardaba mucho en irse a sus pulmones y sus viajes fantásticos, otros más conscientes de su problema le invitaban a comer y le regalaban ropas usadas; así transcurría el diario vivir de Juan Carlos hasta esa madrugada cuando animado a encontrar algunos cartones en la basura, para vender a los recicladores, se fue a escarbar entre los desperdicios algo de valor para luego comprar una sopa o alguna bebida caliente que le diera fuerzas y le quitara la embriaguez. Se encontraba hurgando en la basura cuando un automóvil paro de un frenazo frente a la jaula de la basura donde se hallaba, el conductor algo enfurecido se bajo del auto y saco una bolsa que parecía contener algo en su interior, afanosamente se dirigió hacia la basura arrastrando el paquete misterioso, Juan paralizado por el pánico solo retrocedió y bajo la cabeza, pues era sabido que en la Ciudad era común ver como dejaban cadáveres en la basura, el sujeto levanto la tapa y tiro el bulto, desde el auto una chica de unos 20 años llorando le pedía al hombre que no lo hiciera – aunque sus ruegos fueron en vano -, el tipo arranco el auto con rapidez finalizando así la funesta escena.


Juan Carlos no dudo en salir corriendo, sus pasos caían en el suelo como dos torres de concreto, sudaba intensamente y sus piernas temblaban como nunca antes, algunos metros más adelante por el cansancio de la acción se detuvo en una esquina, intentaba olvidarse del hecho pero su mente se encontraba centrada en la imagen de la bolsa con el supuesto cadáver, luego de analizar mucho la situación y revisar que el auto no regresara al lugarde los hechos, se decidió a reconocer el cadáver, con mucha cautela abrió la tapa del contenedor de basura, de un jalón tiro la bolsa hacia afuera, observando que aunque pesaba un poco no se comparaba con el peso de una persona, pensó que el cadáver se hallaba desmembrado, fueron instantes de desconcierto los que agobiaron al joven indigente pero finalmente resolvió abrir la bolsa.


El empaque que no era ordinario, todo lo contrario parecía un maletín muy fino con un cierre brillante, se había ensuciado de basura, aunque poca. Juan comenzó a tocar el envoltorio para reconocer las formas que tenía su contenido, estos no parecían algo suave eran de una consistencia firme y redondeada, se asusto de solo pensar que estaba tomando la cabeza pero siguió, tentó algo largo lo cual entendió como una pierna, estaba suficientemente asqueado de lo que hacía que decidió abrir de una buena vez la misteriosa bolsa.


Su sorpresa fue desconcertante al encontrar un aparato metálico que nunca en su vida había visto, saco el instrumento y lo examino, se hallaba desarmado pero el solo se maravillo de ver lo brillante que era, pensó que era oro puro, con sigilo miro a su alredeor, lo guardo y salió feliz a buscar una compraventa donde se lo cambiaran por algun dinero. Al primer local que llego solo le daban 1000 pesos pero él no los acepto, y aunque desconocía el valor del objeto, su codicia lo llevo a pensar que valia mas, paso por otras 3 mas pero el precio no variaba mucho es mas en el ultimo local al que había ingresado le ofrecieron tan solo 200 pesos.


Finalmente opto por tirarse a descansar en una esquina donde volvió a mirar su tesoro, saco dos partes, el tubo cónico que compone el cuerpo del saxofón y las cañas que aunque no eran tan brillantes como el resto del instrumento le parecían muy finas, -esto debido a que eran de fibra de vidrio-, lo miraba intentando descifrar como se armaba ese todo que tenía en sus manos, fue en ese momento que escucho las campanillas de una puerta que alguien abría, era un Señor que salía del local donde se había tirado, este al verle el aspecto le hizo una seña que se fuera, pero antes de echarlo le causo curiosidad al verlo con el instrumento y le pregunto qué hacía con ese saxofón, Juan al ver el interés del hombre le propuso que se lo comprara, el sujeto que sabía que ese instrumento era algo costoso e ignorando lo poco que sabia Juan de este le dijo que no tenía suficiente dinero que ese saxofón debía costar algo así como unos 100 mil pesos – dinero de la época -. Juan se entusiasmo al escuchar esas palabras y agradeciendo la información al caballero se disponía a marcharse para venderlo al mejor postor, fue entonces cuando el Señor del Local le pidió el favor de enseñarle el instrumento pues este quería verificar si funcionaba, Juan dudo un momento pero finalmente le prestó el instrumento al gentilhombre, este con todo el conocimiento del caso lo armo en menos de 30 segundos, lo ajusto y se lo llevo a la boca y toco una melodía de Jazz de Stan Getz y mientras las notas salían del instrumento el mundo para los dos personajes se detuvo instantes, ese fue un momento mágico en la vida de Juan que nunca antes había escuchado con tanta atención y emoción la verdadera música, se acabo el pequeño recital y los dos hombres no dudaron en llorar, cada uno por un motivo en particular, el músico porque hacía 10 años no tocaba el instrumento que fue gran parte de su antigua vida como músico y Juan Carlos porque esta era la única vez en su vida que la música tocaba las fibras más recónditas de su atribulado corazón.


Luego de unos minutos los dos hombres más calmados se sentaron a hablar por horas de sus vidas como si fuesen dos viejos amigos que se encuentran nuevamente, Jean Claude Collodi más conocido en el mundo musical como “El Saxofón de Oro”, era el hijo de un inmigrante Italiano que llegó a estas tierras del sur para nunca irse, el padre de Jean fue un importante comerciante Europeo y vino a Colombia hacia 1920 y dos años más tarde se casó con una hermosa Antioqueña con la que formó un hogar, al año siguiente nace Jean quien cambia la vida a la pareja, esto debido a que su padre siempre quiso que este fuera músico y no comerciante y su madre queria que fuera "Doctor" , desde muy joven e inculcado por su padre en el mundo musical Jean se convertiria en un músico fenomenal llegando a formar parte de las más reconocidas orquestas de todo el mundo.

Ya en la década de los 80 y retirado de la música por problemas familiares era ahora el modesto administrador de una joyería, Collodi interesado en la trágica suerte de Juan Carlos le propuso enseñarle a tocar el saxofón con tal de que este no lo vendiera – pues preveía que lo utilizaría para comprar drogas -, Juan Carlos acepto el trato aunque en el fondo no estaba seguro de ser un buen intérprete ya que nunca había tocado un instrumento musical, ni siquiera la vieja guitarra de su hermano menor, las primeras clases en la casa de Collodi no eran fructíferas pero la persistencia del maestro hizo que muy pronto el joven músico tocara pequeñas partituras de Blues, pasando así por diversos géneros como el Jazz, Música Clásica, Funk, Rock, entre otros…


La música acerco a estos personajes tanto así que antes de morir debido a un tumor cerebral, Collodi a sus 80 años de edad, le dejo como herencia su casa en el Barrio Prado a Juan Carlos. En el modesto pero honroso funeral de Collodi, su aprendíz lo despidió con una balada creada por el mismo Collodi que además de haber sido un músico prodigioso fue gran compositor, ese día la tristeza y la satisfacción embriagaron a Juan Carlos porque era esa balada precisamente la que mayores problemas le había dado en sus clases con el difunto Collodi.


La 1:30 p.m. Juan Carlos pasa su sombrero por cada una de las mesas y recoge las monedas y billetes que en el depositan los comensales agradecidos por el repertorio musical que halago su almuerzo, algunos amigos del restaurante le hacen ovación por la faena musical, todos en su mayoría son Odontólogos, Médicos, Secretarias y Ejecutivos del sector que reconocen en el Saxo de Juan una maravilla de la música. Don José el dueño del Restaurante le deja como siempre una humilde pero no menos importante mesa reservada con un almuerzo que le ofrece al músico como retribución por sus veladas musicales que hacen de su Restaurante algo unico en la Ciudad ademas de ser un bello ejemplo de Sociedad.





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