Una Guerra Impostergable
El hombre que en es su afán de buscar dignos contendores que afrentaran de manera similar su fuerza y su inteligencia había ideado diversos medios que complacieran su sádico placer, iba a encontrar años más tarde un digno adversario. Trato valerosamente de encontrarlo en la lucha cuerpo a cuerpo con fieros animales salvajes (pero la inteligencia lo salvo), la guerra psicológica de la oscuridad (y la valentía lo ilumino), luego el miedo natural ante el descubrimiento del fuego, y por ende la luz (y la imaginación lo guío), el conflicto entre humanos, que todavía hoy perdura (a pesar de ser racionales seguimos siendo animales), hasta que finalmente, en circunstancias disímiles logro llegar al enemigo que hoy se perfila como su más arduo rival, La Máquina.
Hacia mediados del siglo XVIII La Revolución Industrial que para muchos significo el mayor logro de la humanidad, en ese entonces, en cuanto a la producción de bienes de consumo y tecnologías de avanzada, causo un gran impacto social en la humanidad que creyó entonces encontrar finalmente la cura para todos los males de una basta sociedad, esta consigna con el tiempo se fue tornando en la salvación de los grandes Empresarios que veían maravillados como una sola máquina lograba realizar el trabajo de 20 operarios, y paradójicamente causo un gran dolor de cabeza para la mano de obra que se veía cruelmente reemplazada, este fue el detonante de una Guerra anunciada.
Para los grandes empresarios del calzado que antes necesitaban de 40 trabajadores para las labores del día a día, la industrialización fue una mano amiga que no dejaron pasar desapercibida, esto significaba más ingresos con menor cantidad de hombres, logrando incluso una mayor producción de sus prendas, además de otro tipo de industrias entre ellas la textil, agrícola, de transporte hasta copar todas las capas de la industria. Pero una hostilidad invisible, crecía como una nube que se esparce por el ambiente sin ser descubierta, en las torpes mentes de seres que no sabían como acabar con su enemigo pero con un firme propósito “No dejarse ganar”.
Miles de luchas desde entonces se han librado, y es curioso que así como los Gauchos en las áridas y frías tierras de las Sierras Pampeanas batallen desde hace décadas una guerra abstracta contra las locomotoras, usando sus briosos caballos en carreras de velocidad, hoy sigan luchando saliendo siempre victoriosos ante el automotor que se ve vencido por el poderío de lo natural.
De igual manera se libran guerras absurdas donde armas de fuego combaten manos desarmadas, tanques de guerra contra personas indefensas, pero hoy día sea logrado encontrar un equilibrio en donde los súper aviones compiten contra caminatas continentales y marchas mundiales, submarinos colosales pugnan con nadadores armados de dos pulmones y retos personales, caballos de fuerza y revoluciones por minuto rivalizan con un par de piernas entrenadas con esmero, súper computadoras disputan en velocidad contra palomas mensajeras.
Estas guerras nos devuelven la esperanza de creer que tal vez las palabras guerra y paz si pueden ir en una misma oración y no provocar cuestionamientos.
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